El cronista Inca Garcilaso de la Vega hizo siempre su mejor intento por contarle a la cultura occidental acerca de las maravillas de la cultura Incaica. No obstante, era inevitable que entienda muchas de las cosas que veía según su forma entender el mundo, según sus valores aprendidos por aquellos españoles que conquistaron este país.
En uno de sus importantes escritos, él da una importancia especial al IntiRaymi, festividad que él reconoce como la más importante del imperio incaico, aunque por la fecha en la que realizaba, él la entiende como “la fiesta para marcar la mitad del año”. Ahora, sin embargo, comprendemos que la importancia de esta fiesta era aún mayor, ya que para los incas, era en el solsticio de invierno (en junio) que empezaba el año. Y esta fecha, marcaba mucho más que una celebración. Era una oportunidad para agradecerle a los dioses - en especial al Sol y a la Tierra - por sus bendiciones durante el año que pasó, y una fecha para recordar honrar a estos mismas divinidades para asegurarse su favor durante el siguiente año.
Esta fiesta se realizaba año tras año en la plaza principal del imperio (hoy plaza de armas de Cusco) y participaba no solamente el Inca, sino todas las autoridades más importantes.
Como era de esperarse, con el dominio español el futuro de esta celebración no era muy prometedor. Al considerarlo una fiesta pagana, que iba en contra del intento de evangelización español, finalmente fue declarada ilegal en el siglo XXVI.
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