De todas las divinidades del antiguo Perú, una de las más cercanas a los pobladores es la Pachamama, por una simple razón. A diferencia del Sol, u otras divinidades, a la Pachamama la sentían todo el tiempo, y sus bendiciones eran tangibles y directas, tanto como la necesidad de estar en gracia siempre con ella.
Es por eso que la fiesta para honrar a la Madre Tierra es tan amplia desde tiempos antiguos. Aún hoy, en lugares donde la religión católica ya predomina, esta veneración no deja de existir, ya que existe el constante deseo que la tierra siga dando frutos para sobrevivir.La fiesta está grandemente extendida no solamente entre los pueblos de nuestro país, sino incluso en otros países de la región, principalmente en pueblos de Bolivia y Argentina, donde aún existen pueblos Aymaras y Quechuas que luchan por salvar sus tradiciones. En estos lugares, estas ceremonias pueden incluir ofrendas de diversos tipos. A veces incluyen derramar chicha en el piso, e incluso el sacrificio de camélidos u otros animales. Lo que sí es común, es que el pueblo entero celebra con una gran fiesta, en una tradición que no parece agotarse, y que permanecerá indudablemente con nosotros durante mucho más tiempo.
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