Si eres un viajero constante, quizás has viajado más de una vez en avión, y numerosas veces en un bus; y estos viajes ya no tienen el mismo entusiasmo que tenían en las primeras veces. Sin embargo, hay más formas para viajar, y una de las más interesantes, también es una de las menos conocidas.
El tren Lima-Huancayo no solo tiene mucho tiempo de funcionar, sino que sus vías son consideradas una maravilla de la ingeniería ferroviaria, debido a que en su construcción hubo que crear puentes y sistemas para poder vencer al difícil terreno andino. Esta ruta, por eso mismo, ofrece paisajes increibles, que pocos viajes en bus, y ninguno en avión, podrían brindar.
El ferrocarril cuenta con dos áreas: la clásica, constituida por asientos frontales para cuatro personas (con una mesa al medio) y la turística, en la que encontrará asientos reclinables, amplias ventanas a los lados y en el techo, así como atención personalizada en el bar El Infiernillo (ambos coches cuentan con calefacción, alimentación y servicio médico).
El viaje parte de la conocida Estación Desamparados, en el Centro de Lima, y durante el trayecto se pueden apreciar impresionantes puentes construidos al pie de profundos abismos, entre los que destacan el Carrión, el más largo de la ruta con sus 218 metros de longitud y 80 metros de altura, así como el Chaupichaca y el Infiernillo, desde el cual se puede apreciar el río Rímac. Cabe destacar que durante el viaje se realizan dos paradas: una en la estación de San Bartolomé, en la que la locomotora se instala sobre una plataforma y gira para poder subir hacia la cordillera, y otra en La Galera, la cual es una de las más altas del mundo y se ubica a 4.781 m.s.n.m.
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